Tras un año donde la actividad económica se ha desplomado con una rapidez no vista previamente, los mercados financieros se han comportado relativamente bien (el índice global MSCI World ha subido un +16.5% en 2020). Esta enorme distorsión entre economía real y financiera tiene mucho que ver con la actuación de los bancos centrales, cuya respuesta ha sido tan rápida como contundente.
No obstante, el comportamiento ha sido muy desigual a nivel sectorial, donde la tecnología ha sido la gran protagonista de este año. Cierto es que la digitalización de la economía era una realidad, pero el Covid-19 ha acelerado esa tendencia y la ha terminado por convertir en una necesidad. Por el contrario, otros sectores más dependientes de la evolución del ciclo económico han sufrido importantes caídas, como ha sido el caso del turismo, los bancos o las petroleras. Y, como no podía ser de otra forma, tras el anuncio de las vacunas (Pfizer, Moderna o AstraZeneca) los peores han sido los mejores, y viceversa.
Si bien la esperanza para 2021 es la distribución de las vacunas, en el plano económico hay pocas esperanzas aun en el corto plazo, por lo que es difícil lanzar cualquier tipo de mensaje de optimismo en estos momentos.
Durante el mes de marzo de 2020 los mercados financieros sufrieron una de las caídas más drásticas y rápidas de la historia. El índice S&P 500 se dejaba un -24.2% entre el 1 y el 23 de marzo, mientras que el índice europeo Eurostoxx 50 caía un -25.3% y el Ibex 35 se dejaba un -28.6%. El motivo era un virus que salía a toda velocidad de las fronteras chinas y atacaba a Europa. El 11 de marzo la OMS declaraba el brote de coronavirus como pandemia y los gobiernos del mundo desarrollado, empezando por Italia, empezaban a tomar medidas de restricción a la movilidad y a la actividad personal y económica no esencial. Meses más tarde, muchas bolsas rompen máximos históricos.
Esta discrepancia entre economía real y financiera ha sido más aguda que nunca, y la justificación la encontramos en la actuación de los bancos centrales, que han inundado el mercado de liquidez y de estímulos para evitar una crisis de solvencia en el sistema. Para tener una idea de la magnitud de estos estímulos, en la crisis financiera de 2008, la Fed inyectó estímulos por valor del 7% del PIB americano ($2,4tn). Para superar la crisis actual del Covid-19 la Fed va a inyectar ayudas por valor del 29% del PIB americano ($12,8tn), lo que supone más de 5 veces las ayudas de la anterior crisis financiera.
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